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En esta ocasión, vamos a hablar de todo lo que tiene que ver con socializar a un perro: los períodos críticos de socialización, cómo socializar a un cachorro, cómo socializar a un perro adulto y también, de algo que tiene que ir de la mano de dicha socialización y con la misma relevancia, la habituación.

 

Qué es la socialización en perros

 

La socialización en perros se podría definir como el periodo en el cual el cachorro se acostumbra tanto a la presencia, como a la correcta relación con personas, congéneres y animales de otras especies con los que vaya a convivir o con los que tendrá un trato habitual.

Esto no quiere decir que un perro adulto no pueda llegar a socializar, pero sí, que los resultados de dicha socialización, nunca serán tan buenos como los que se habrían conseguido en las etapas correspondientes.

 

Períodos sensibles de la socialización canina

 

Durante estas etapas podemos influir más que nunca en el futuro carácter del animal. Por eso es tan importante una correcta socialización y que el ambiente sea lo más enriquecido posible, dentro de unos límites, para evitar que el cachorro se estrese demasiado.

Primer período. Desde el nacimiento hasta los 21 días: Durante este periodo el cerebro del cachorro es muy inmaduro, su capacidad de aprendizaje es nula y el efecto del medio ambiente sobre él, es prácticamente inocuo en la influencia que pueda tener sobre su futuro carácter.

Durante estos primeros días de vida, el perro sólo tiene sensaciones táctiles y térmicas. La madre le aporta el calor, el alimento y los cuidados que necesita de manera que el contacto con ella le aporta al cachorro placer y bienestar.

 

Segundo período. Entre el día 21 y el 49: En torno al día 21, el cachorro empieza a interactuar con su entorno y es aquí donde empieza la socialización. Sus sentidos ya son operativos, aunque les falta desarrollarse totalmente.

Durante este período es fundamental que la camada se mantenga con la madre, esta les permitirá exponerse al ambiente en el que viven bajo su protección. Y la relación entre hermanos les permitirá aprender la correcta comunicación entre congéneres, así como aprender a jugar y establecer jerarquías.

El cerebro y el sistema nervioso se estarán desarrollando constantemente y al llegar a los 49 días, este cerebro tendrá las mismas capacidades que tiene uno adulto, pero sin la experiencia acumulada ni su capacidad de concentración.

 

Tercer período. Entre los 49 y los 84 días: Esta es la etapa en la que el cachorro debe separarse de su madre y hermanos para ir a su nuevo hogar. La octava semana sería ideal. El nuevo entorno le resultará extraño y necesitará unos días para adaptarse.

Su educación debe empezar lo antes posible. El juego es un buen momento para establecer límites en la relación, si nos hace daño o su comportamiento no es el adecuado, dejaremos de jugar y de prestarle atención, esta es una manera amable y sencilla de hacerle entender cómo debe de jugar y relacionarse con nosotros.

Cuanto antes establezcamos los límites y las normas del hogar, mejor.  Pero esto debe hacerse de una manera amable, tengamos en cuenta la edad y por tanto, su sensibilidad.

Esta es la mejor etapa para empezar las primeras sesiones de obediencia, pero con sesiones cortas y muy lúdicas, en las que la nota predominante sea que se divierta. Ya habrá tiempo para exigirle cuando su temple nos lo permita.

 

Cuarto período. Entre los 84 y los 112 días: Con este período se dan por finalizadas las etapas de socialización y se considera que el perro se ha desarrollado mental y emocionalmente.

 

Es fundamental preocuparnos, responsabilizarnos y hacer todo lo posible para que nuestro perro se socialice y así poder disfrutar en el futuro de la educación que le hemos dado.

También es importante desarrollar al máximo sus aptitudes a partir del tercer período si tenemos pensado que tenga una finalidad deportiva o destinada al trabajo en diferentes ámbitos, de esta manera, conseguiremos la máxima expresión en dicha faceta.

Imagen de dos perros

Cómo socializar a tu cachorro

 

Si todo el mundo supiese de la importancia que tiene la socialización, se evitarían muchísimos quebraderos de cabeza.

Socializar a tu cachorro consiste en hacer todo lo que se expone a continuación durante sus primeros cuatro meses y mantenerlo durante el resto de su vida, ya que el perro es un animal de grupo y debido a esta condición que le caracteriza, necesita socializar y vivir en un ambiente enriquecido para mantener una buena salud mental, evitando de esta manera que se generen posibles problemas de conducta.

 

1- La socialización de tu cachorro con  personas

 

Es recomendable que a partir del  21 día de vida, el cachorro tenga contacto con personas. Aunque este no tiene por qué ser directo, si que tiene que existir cierta convivencia, que se acostumbre a nuestro olor y presencia.

Desde el día 49, el perro debe empezar a asociar al ser humano con momentos y cosas positivas. Poder separar al pequeño de su madre en un momento puntual del día, para darle algo que le guste o empezar una obediencia preliminar, con trabajos muy divertidos y positivos en los que no existirá presión ni elementos negativos de ninguna clase, hará que el cachorro se muestre en poco tiempo proactivo y alegre en nuestra presencia.

En el momento en el que el perro llegue a su nuevo hogar y se haya adaptado a él, debemos dejar que vea y tenga trato con todo tipo de personas (de diferentes edades, hombres con barba, sin barba, personas con bastón o muletas, con sombrero, etc.), pero eso sí, evitando estados emocionales alterados (miedo y excitación extrema) y premiando el buen comportamiento.

Si no ha pasado el período de vacunación, podemos invitar gente a casa o pasearle en un trasportín (positivizado este previamente). Es preciso entender la importancia de este proceso, al igual que las consecuencias de una falta de socialización con personas.

Pasados los primeros 84 días, si el perro todavía no ha tenido contacto con el ser humano, será  difícil que en la edad adulta no presente conductas de miedo o desconfianza hacia este, pero al menos y dependiendo del individuo, el vínculo con el dueño o familia con la que conviva puede llegar a ser aceptable. Pasados los 112 días, será prácticamente imposible la convivencia, ya que se mostrará inmanejable y desconfiado por completo.

Aunque esto no quiere decir  que con tacto, paciencia y tiempo de por medio, no se puedan conseguir grandes avances, pero también dependerá mucho de cada individuo.

 

2- La socialización de tu cachorro con otros perros

 

Para hacer las cosas bien, debemos dejar al cachorro con su madre y hermanos hasta la octava semana. Es la única forma de que aprenda a relacionarse adecuadamente con los suyos.

Sería perfecto que en esta semana llegue a su nuevo hogar, ya que le hemos permitido desarrollarse con sus congéneres y aprender lo realmente importante, pero va a convivir el resto de su vida con su nueva familia humana y para desarrollar un buen vínculo, este es el mejor momento.

Desde las 8 a las 12 semanas, el perro todavía no ha finalizado su calendario de vacunación y es peligroso permitirle relacionarse con otros perros, pero saltarse esta etapa sin ningún contacto con sus congéneres puede llegar a afectarle seriamente, por lo que es importante positivizar el trasportín para darle paseos cortos en él, en los que pueda ver cómo interactúan otros de su especie, o incluso, organizar reuniones  de cachorros en nuestra casa o en la de otras personas.

Los pequeñines con los que se relacione, deberán estar saludables y en las mismas circunstancias que el nuestro (sin salir a la calle porque no han finalizado el calendario de vacunación).

De las 12 a las 16 semanas, debemos sacarle a la calle al menos tres veces al día. Tengamos en cuenta que es un cachorro y somos sus responsables, socializarle es importante, pero salvaguardar su seguridad física y emocional, lo es más.

Asegurarnos de que los perros con los que va a establecer relaciones habituales tengan un carácter acorde al del nuestro para que no haya conflictos, es fundamental durante toda la vida del perro, pero durante esta época más. Este es un período sensible, en el cual una mala asociación, puede marcarle de por vida.

Existe la creencia bastante extendida de que cuantos más perros conozca, mejor. Pero lo único que haremos con esto es estresarle en exceso. Busquemos un grupo de un máximo de 12 individuos con los que se lleve bien, con esto será más que suficiente para su correcta socialización, que consistirá en establecer relaciones sanas y duraderas en las que impere un entorno lúdico y agradable.

 

3- La socialización de tu cachorro con otros animales

 

Si nuestro perro va a convivir con otros animales, debemos controlar la situación, estar presentes y poner los límites para una correcta interacción. Esto debe ser así hasta que tengamos total confianza.

Si tenemos un gato adulto, meterle en un trasportín durante los primeros encuentros puede ser una buena medida, de esta manera, se acostumbrarán a la presencia mutua y podremos ver cómo reaccionan.

En el caso de animales más pequeños, como roedores, pájaros y tortugas, es preferible que aprenda a respetar su espacio, ya que el juego del perro hacia estos puede suponer un peligro.

Imagen de un perro y un gato cachorros

4- La habituación de tu cachorro a entornos y estímulos

 

La habituación en el perro es constante y no termina nunca, pero es imprescindible potenciar este proceso en las etapas más sensibles, de tal manera que se acostumbre al mayor número posible de estímulos con los que posteriormente vaya a encontrarse en su día a día, o incluso, aquellos que tenga una mínima probabilidad de tener que afrontar en el futuro.

Todos los estímulos que se presentan durante la vida requieren de un proceso de habituación (andar sobre diferentes superficies, subir escaleras, ruidos de todo tipo, montar en ascensor, etc.), en el cual, nos acostumbramos y perdemos el miedo. Este miedo ante lo desconocido tiene la finalidad de preservar la vida o la integridad física y es muy flexible durante los primeros meses de vida de nuestro mejor amigo.

También tenemos que tener en cuenta su sensibilidad, y es que todo en la vida, conlleva cierto equilibrio. Este es un proceso que tenemos que ir dosificando y graduando.

Premiaremos los momentos en los que el animal esté tranquilo ante el estímulo y los acercamientos, mientras se mantenga sereno. Si se muestra con miedo o excesivamente excitado, no le acariciaremos. Tengamos en cuenta que somos su referente, el mensaje que tiene que recibir de nosotros es de tranquilidad. No forcemos demasiado la situación, pero tampoco nos retiremos si el perro no está lo suficientemente calmado.

 

Cómo socializar a un perro adulto

 

Socializar a un perro adulto es una tarea bastante complicada. Tengamos en cuenta que cada perro es diferente, el proceso de socialización y las carencias que se puedan haber presentado, son muy concretas en cada caso.

Lo aconsejable es contratar los servicios de un profesional comportamentalista, etólogo o psicólogo canino, y si es recomendado, mejor. Este profesional estudiará el caso y nos guiará en el proceso para llegar al mejor término posible.

Las técnicas que se pueden utilizar en estos casos son, las aproximaciones sucesivas, desensibilización sistemática, contracondicionamiento, inundación, e incluso, una terapia de reducción de estrés  antes de empezar con las anteriores si la situación lo requiere.

Para finalizar, quiero que quede claro que socializar a toda costa tampoco es saludable para el animal. Aclaro esto porque veo en los parques a muchas personas decir frases, como por ejemplo, “déjalos, que entre ellos se entienden”, cuando en realidad, si se están peleando, evidentemente  no se están entendiendo.

En la socialización tiene que estar por delante la calidad antes que la cantidad y los máximos responsables de que todo salga correctamente, somos nosotros.

 

 

Bibliografía:

Paramio Miranda, A. 2003. Psicología del aprendizaje y adiestramiento del perro. (Segunda edición de 2010) Ed. Díaz Santos, España.

Nieto, D. 2015. Etología del lobo y del perro. Análisis e interpretación de su conducta. Tundra Ediciones, Valencia.